OCT 242014 Estas preguntas además de cimbrar los campos de la política, la economía, la historia y la cultura, exigiéndoles respuestas y propuestas, también alcanzan y de manera abrumadora a la educación. Y la pregunta en este campo se precisa con crudeza: ¿Qué tipo de hombre estamos formando? ¿Para qué tipo de sociedad? ¿La tragedia nacional a la que hoy asistimos se ha gestado también desde la educación? ¿Tenemos que revisar los grandes fines y los medios hasta ahora empleados y caminar en una dirección distinta? Y sí, soy de de la idea de que nuestra tragedia nacional -inseguridad, intolerancia, ineptitud gubernamental, cinismo, corrupción, irrespeto a las leyes, carencia de justicia, desprecios a los derechos humanos tanto por quienes gobiernan como por los propios gobernados, abuso de los más desprotegidos, discriminación, violencia, imposición, corporativismo-, está conectada con la educación. Con la educación no sólo como sistema escolar sino como valor y por ello acción de toda la sociedad. Como mexicanos no le hemos encontrado la "cuadratura al círculo" a pesar de que hace 104 años, Justo Sierra en el discurso inaugural de la Universidad Nacional, advertía el mismo fenómeno desde entonces. Y desde entonces identificaba con claridad que el énfasis educativo debía ponerse en la formación del carácter de los alumnos para que los saberes científicos y técnicos no alimentaran la monstruosidad del egoísmo personal. La vida educativa de su tiempo, construida desde el desprecio a las humanidades, la filosofía y la poesía, para idolatrar sólo la ciencia positiva y las técnicas, le había apostado sólo al progreso económico de la élite porfirista menospreciando el compromiso profundo del hombre por la sociedad y su patria. "Cultivar voluntades para cosechar egoísmos sería la bancarrota de la pedagogía; precisa imantar de amor a los caracteres; precisa saturar al hombre de espíritu de sacrificio para hacerle sentir el valor inmenso de la vida social, para convertirlo en un ser moral en toda la belleza serena de la expresión; navegar siempre en el derrotero de ese ideal, irlo realizando día a día, minuto a minuto: he aquí la divina misión del maestro." La lucidez es magistral y la pertinencia es de plena actualidad. Para qué quiere el ser humano el conocimiento de la ciencia y el manejo diestro de la técnica si su carácter no está formado en la solidaridad, el compromiso y la gratitud social, ni en el respeto a la vida y a los demás, si ni tampoco respeta la obra de la naturaleza y sus criaturas; lo quiere para satisfacer su egoísmo, para destruir a los otros y lo otro, y para avasallar. Para muchos cometeré herejía educativa al decir que si bien es cierto que los contenidos de matemáticas y español son importantes, estos no pueden ser más importantes que los contenidos éticos. Antes que el saber científico está el ser de la persona y este sólo se logra en la formación ética, al menos que esto se lo sigamos dejando a los medios de comunicación. México será otro si cambiamos la prioridad. Lo primero es formar personas y las personas irán a la ciencia y a la técnica con una finalidad social solidaria, serán ciudadanos respetuosos de las leyes, exigentes y activos frente a sus gobiernos. Es decir, más humanos y mucho menos egoístas. |
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